Los guatemaltecos tenemos una forma muy particular de hablar, pequeñas palabras o frases que nos hacen únicos. Así es como nos expresamos los chapines:
En Guatemala no estás enamorado, estás más colgado que chorizo en tienda.
Es común escuchar que las personas están «colgadas», es decir, enamoradas.
Los chapines no viven lejos, viven hasta dónde el diablo dejó tirada la chancleta.
Vivís hasta donde el diablo dejo tirada la chancla.
Los guatemaltecos no ven algo, le echan el ojo.
¡Ya le echaste el ojo va!
En Guatemala las personas no abusan, se columpian.
Ya te estás columpiando vos.
Las siestas no existen en Guatemala, aquí las personas se echan un cuaje.
No es voy a tomar la siesta, es «me voy a echar un mi cuaje».
Los chapines no son infieles, ellos queman el rancho.
Un guatemalteco no es malo, es pura lata.
¡No seas pura lata vos!
No hay tramposos, en Guatemala hay chanchuyeros.
Aquí no te piden que hagas un favor, te dicen «haceme la campaña».
No sos una persona suertuda, aquí «te rayaste».
¡Ahh te rayaste vos!
Los sustos se miden en patatush, telele, shucaque e ishkamic.
No somos entrometidos ni escuchamos conversaciones ajenas, nos gusta parar oreja.
Aquí no te dicen «espérame un momento», es «perame pue».
Cuando querés que alguien te espere es: «perame pue».
No sos aprovechado, en Guatemala sos de a petate.
¡Ah, que de a petate me saliste!
Los guatemaltecos no somos callejeros, somos pata de chucho.
El chapín no se enoja, se pone como la gran diabla.
El guatemalteco no dice ustedes, dice muchá.
Un chapín no dice «está bueno», te dice «ta güeno».
Los guatemaltecos no son avergonzados, son amishados o chiveados.
¡Es que aquella es bien chiveada!
En Guatemala no tenemos problemas, tenemos clavos.
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